sábado, 11 de marzo de 2017

Cortinglés



Estoy en un momento complicado de mi vida ahora mismo. ¿Sabéis cuando, de golpe y porrazo, desaparecen tus referentes, aquello que ha marcado cada punto fundamental de tu existencia? Pues ahí, AHÍ justo, estoy ahora yo, amigis. Perdida en este proceloso mar que es ... ya no la pre-crisis de los 40, ya no las dudas existenciales sobre en qué mierdas me he convertido, no ya por qué dejé aquel trabajo indefinido, ya no los miedos sobre el acelerado paso del tiempo que se sucede a partir de los 25... Quiero decir...


¡¡¡¡¡¡¿¿¿¿POR QUÉ HAN CERRADO LAS OPORTUNIDADES DEL CORTE INGLÉS (Cortingles, desde ahora) QUE HAY DEBAJO DE MI CASA???????!!!!


Eso no se le hace a alguien como yo, que tiene el gusto de bajar a ver gangas con el mismo moño con el que ha ido al gimnasio.  Creo que los que han tenido la idea de cerrar ese templo de culto de lo kich, no saben qué significa para mí y otros tantos como yo, hombres y mujeres, que encuentran un desahogo fundamental en esos enormes cajones desastre que son los "Niquis de poliéster auténtico a 5 euros". No hay nada más lustroso que irse a comprar el vestido de boda de tu prima a las oportunidades del Cortinglés. Y luego contarlo con orgullo, claro.

El caso, que he bajado yo este sábado sabadete a ver con qué maravillas me deleitaba, en esa mezcla de botas de invierno en Groenlandia y chaclas para la playa de Ipanema, entre esa algarabía de ollas tamaño cocido dondecabendiezcabenonce, de productos de belleza -cómo mantener tus cejas a raya, colonia pachuli para mujeres del siglo XXI-...y... 

Y

¡¡¡me lo he encontrado cerrado...!!!

Al principio he pensado que mis ansias de felicidad me habían llevado a aparecer demasiado temprano ante sus puertas...Pero ya era de día, así que NUNCA ES DEMASIADO TEMPRANO para ser feliz. El caso es que he mirado el reloj y no, eran las 10.30. Hora MÁS QUE SUFICIENTE para que estuviese abierto. He empezado a ponerme nerviosa; sentía ya el síndrome de abstinencia acribillando mis arterias, venas y capilares.

Total, que he tratado de vislumbrar, a través de las persianas echadas del establecimiento, alguna pista que calmara mi ansiedad. Y he podido intuir mostradores desmontados, cajas, maniquíes descuartizadas esperando su entierro... ¡Han robado!, ¡han profanado el templo! Si, he llegado a la conclusión de que esa era la razón por la que estaba cerrado. He respirado tranquila porque, aunque era una terrible noticia, en principio podía haberlas peores...

No obstante, para quedarme más tranquila, he decidido indagar un poco más y asegurarme. Así que he entrado en el grasa bar que hay al lado del Cortinglés a tomarme un cafelillo y a desarrollar mis habilidades de investigadora de Comando actualidad, y he empezado a interrogar a la dueña del bar, la Concha. Reconozco que se me ha ido un poco la mano cuando veía que no me ofrecía información creíble que calmara mi ansia. Así se han sucedido los hechos.

Primero de todo, he entrado al local y he pedido el café igual que cuando pides una consumición en un sitio únicamente para poder hacer uso de los baños, osea: "holabuendiameponeunaguacongaslosbañosporfavor??" En mi caso: holabuendiameponeuncortadoconlechefría(breve descanso, suspiro)...qué curioso que sean las 10.30 y no hayan abierto el Cortinglés, eh?. La Concha me mira por encima de las gafas de cerca con gesto desconcertado. No responde nada; supongo que mi pregunta le parece insulsa, absurda, incluso retórica. Yo, contraataco; el pulso me tiembla. Se derrama algo del café sobre el platito cuando lo vuelvo a dejar tras el primer sorbo. -Parece que han robado,  tiene pinta, ¿no?..-La Concha me mira cada vez con más cara de extrañeza. Y sigue sin soltar prenda. Yo creo que me está sometiendo a un extraño tira y afloja, quiere algo a cambio de la información, empiezo a tenerlo claro. Muy bien, decido sacar mis dotes innatas de negociadora... -me parece que aquí alguien quiere más propina de la habitual...- y hago sonar monedas sueltas en mi bolsillo del chándal de felpa. Pero la Concha, con la moral subida porque sabe que quien tiene  la información tiene el poder, sigue secando los vasos con un trapo roñoso culpable, posiblemente, de todas las infecciones gastrointestinales que surjan de aquí al año 2050. Yo empiezo a hiper ventilar, quizá el café no ha sido una buena idea. Ella detiene en seco su movimiento mecánico y lanza un enorme suspiro, me observa otra vez fijamente por encima de sus gafas durante unos largos dos o tres minutos y entonces desembucha: -Lo han cerrado, lo han cerrado-. -Pero...- me tiembla la voz- ... para reformarlo dices...hombre sí, estaba un poco viejuno pero ese era su encanto...Pero bueno, si lo van a dejar más moderno y funcional pues  todos vamos a ganar, claro...- hablo todo seguido, con la mirada fija enfocada hacia la barra de zinc llena de churretes. -No, que lo han cerrado, pa siempre- me corta La Concha, me lo suelta así, sin preliminares de cariños, supongo que para que asuma la realidad de golpe. -¿Qué te debo, del café?- pregunto sin dejar de mirar la barra de zinc. -Nada, mujer, hoy invita la casa- y vuelve a retomar su ejercicio de secado mecánico de vasos. -Ah, gracias- digo con voz temblorosa. Y me levanto despacio del taburete, agarrándome a la barra, donde me quedo momentáneamente pegada. Me pongo de pie, compruebo que puedo mantener el equilibrio, levanto la mirada y percibo que la Concha sigue de forma disimulada mis movimientos; giro la cabeza y dirijo mi cuerpo hacia la puerta de salida del bar, con pasos lentos, asegurando la pisada. Hay una luz extraña fuera, diferente; ahí, mi vida del "después de". 

Y empiezo a pensar el Plan B: señores y señoras del Gobierno, quítenme dinero de la pensión, recorten en sanidad, en educación... pero no me quiten, no me quiten pofavó, los sábados por la mañana de distensión y fruslería en  las Oportunidades del Cortinglés.



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